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Tuesday, January 22, 2008

Vivir para escribir

Tal vez no sea gratuito el hecho de que las mejores obras literarias hayan coincidido con la angustia e inestabilidad psicológica de quienes las escribieron. Puede que la verdadera fuente de la creatividad no yazca solamente en la sublimación de los impulsos primordiales, de los que padecemos todos los seres humanos, como diría Freud, sino en la afirmación del sufrimiento y la misericordia de la condición humana.

Tomen como ejemplo algunos de los mejores escritores del canon occidental. Cervantes sobrevive la Batalla de Lepanto (aunque quedaría sin el uso de su mano izquierda durante el resto de su vida), cinco años de cautiverio en Argel y la persistente (y patente) amenaza de la Inquisición española para luego escribir la primera (y más citada) novela moderna. Dostoyevski perdura los inviernos rusos y ataques frecuentes de epilepsia, reprimiendo, además, sus deseos de ver muertos a sus padres, para llegar a ser una de las voces literarias más destacadas. Hemingway se mete, por su propia voluntad, en un mundo de lujuria y violencia—ni mencionar las grandes guerras del siglo veinte—para acabar deprimido, gastado y con ganas de suicidarse, pero no antes de haber escrito unas de las novelas y relatos más alabados de su generación. ¿Hace falta citar el destino de la pobre Virginia Wolf?

Tal vez no sea por pura casualidad entonces que, en estos últimos días, no he podido ni escribir una sola palabra ni articular una sola idea coherente. Mi contribución al mundo de las letras (cibernéticas, por supuesto) ha resultado últimamente tan vacía y tan decepcionante como la página de mi documento Word. En otras palabras: mi musa y yo hemos estado de vacaciones.

Si es cierto que una imagen vale más que mil palabras, las 100 imágenes colgadas a la mano derecha de esta página Web servirán como un testimonio visual de lo bella que es Palma de Mallorca. Pasamos tres días soleados—en todos los sentidos de la palabra—en la capital de la isla más grande del archipiélago. Y, como yo actualmente me encuentro sin el don de escribir, o por lo menos sin la melancolía existencial que requiere la escritura, voy a permitir que las imágenes hablen por sí.

1 comment:

Rubén Javier Nazario said...

hola! que bueno que pusistes los comentarios...
Te quería decir que, aunque la melancolía existencial ayuda a la creatividad, también se necesita mucho esfuerzo, disciplina y constancia. Aunque yo soy como tú, que escribo cuando una chispa se dispara en mi cerebro, a veces es bueno escribir todos los días. En eso, los blogs ayudan. Es como ejercicio literario!

 
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