Del encuentro entre flujos celestiales y la conciencia, nace el Parque Rodó, donde astros fugaces chocan con platos oscilantes y suspiros ascienden en un crescendo colectivo hasta estallar en gritos de alegría, fracturándose en infinitos fragmentos de luz y vidrio que descienden en arcos enormes, lloviendo cenizas resplandecientes sobre la tierra; donde lágrimas furtivas chorrean de ojos involuntariamente entreabiertos, confluyendo en grandes vías lacrimosas, y manos temblorosas buscan instintivamente, con cada nueva revolución, el centro estable de la órbita mecánica; donde la ilusión y la realidad se trenzan en flamantes cintas coloradas, convirtiéndose en un magnífico aurora austral ondulante, y donde cada beso cuenta intuitivamente la misma historia ancestral de la creación y destrucción del mundo.
Wednesday, May 7, 2008
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